
Anunciamos la salida de No soy vuestro negro, los textos de James Baldwin que dieron forma al extraordinario documental de Raoul Peck:
El libro que James Baldwin tenía planeado escribir cuando murió en
1987 versaba sobre tres defensores de la igualdad racial en Estados
Unidos, asesinados entre 1963 y 1968: Medgar Evers, Malcolm X y Martin
Luther King. Solo se conservaron apuntes sueltos, que dos décadas
después fueron entregados por su hermana Gloria al cineasta Raoul Peck.
Este acabó combinando el material de Baldwin —leído por la voz en off de
Samuel L. Jackson— con grabaciones de conferencias y entrevistas
radiofónicas y televisivas, así como con fotogramas y fotografías de
diversa procedencia. El resultado fue un documental profundo y poético
que subraya la relevancia de Baldwin en la época del Black Lives Matter.
¿Por qué hacer un libro del documental? Porque la amplia y compleja
información que destila no es asimilable en una sola visualización;
porque resultan muy esclarecedores los testimonios del propio Peck
acerca de los cuatro años que duró el proceso de elaboración del film,
así como los de Gloria Baldwin Karefa-Smart, quien explica por qué
confió en Peck, y los de la montadora de tan singular pieza
cinematográfica; y también, por el puro placer de leer textos inéditos
de Baldwin contextualizados por un cineasta excepcional.

Durante los cuarenta y ocho años en que
fue director del FBI, entre 1924 y 1972, fecha de su muerte, John Edgar
Hoover acumuló un inmenso poder que utilizó para crear un verdadero
Estado profundo al que todos, hasta los propios presidentes de Estados
Unidos, temían. Utilizó ese poder para combatir todo lo que cuestionaba
el orden racial blanco capitalista.
Su paranoia supremacista llegaba tan
lejos que sometió a una estrecha vigilancia no solo a los líderes de los
movimientos civiles sino también a escritores negros como James
Baldwin. El director de cine Raoul Peck destacó alguno de los documentos
del FBI que hacían referencia al escritor en su documental I Am Not Your Negro:
INFORME DEL FBI
MARZO DE 1966
MEMORANDO DEL FBI
Información relativa a James Arthur Baldwin
A la atención del subdirector del FBI Alan Rosen:
Los archivos revelan que Baldwin, un escritor negro, nació en la
ciudad de Nueva York y ha vivido y viajado por Europa. Se ha hecho
relativamente famoso gracias a sus escritos sobre las relaciones entre
blancos y negros. Corren rumores de que Baldwin es homosexual y, al
parecer, podría serlo.
La información recabada describe claramente al sujeto como un
individuo peligroso del que cabe esperar actos hostiles a la defensa
nacional y la seguridad pública de los Estados Unidos en situaciones de
emergencia.
En consecuencia, se incorporará su nombre en el Índice de Seguridad.
[J. EDGAR HOOVER: A todos debería
importarnos un único objetivo: la erradicación del crimen. La Oficina
Federal de Investigaciones está tan cerca de usted como el teléfono que
tenga más a mano. No busca sino protegerlo en todos los asuntos de su
competencia. Está a su servicio.]
(Textos recogidos en No soy vuestro negro, la edición en castellano de I Am Not Your Negro)

Una de las páginas del voluminoso expediente del FBI sobre el escritor James Baldwin
Iñaki Urdanibia en KAOSENLARED
«La historia de los negros en América es la historia de América. No es una historia bonita»
Así, como reza el título, se titulaba el libro en el que trabajaba
James Baldwin (Nueva York, 1924- Saint-Paul-de-Vence, Alpes marítimos,
1987) cuando la Parca le sorprendió, lo que supuso que el libro, que ya
lo tenía apalabrado con su editor, quedase en estado de anotaciones, de
borrador. Tal obra iba a basarse en tres luchadores de la igualdad
racial en su país, que fueron asesinados entre 1963 y 1968: Medgar
Evers, Malcom X y Martin Luther King. Los apuntes sueltos que dejó quien
fuera portavoz ideológico de un importante sector de la intelectualidad
negra y novelista de reconocido talento, fueron entregados por la
hermana del escritor, Gloria Baldwin Karefa-Smart, al cineasta Raoul
Peck, quien aprovechando dichos materiales y bastantes más, que recogían
conferencias y entrevistas radiofónicas y televisivas, a lo que se han
de añadir un número de fotografía variadas, realizó un documental, con
la voz en off de Samuel L. Jackson, que resalta la figura del escritor.
El resultado, con toda la información que contiene el documental, acaba
de ser publicado por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo: «No soy
vuestro negro» —una película de Raoul Peck a partir de textos de James
Baldwin—. El libro resulta un significativo patchwork que da cumplida cuenta del trato que recibían, y reciben, los negros en el país de las barras y estrellas.
Tras unas sabrosas aclaraciones sobre su trabajo y el modo de
realización de Raoul Peck y de la montadora de la pieza, Alexandra
Strauss, entramos en una avalancha de palabras e imágenes del escritor,
quien a su vez presta la palabra a diferentes testigos y protagonistas
de la segregación que se da y sufrieron en los USA. El repaso en su
brevedad es amplio y hondo ya que en él podemos leer las opiniones de
Baldwin sobre los héroes norteamericanos, todos blancos, que han sido
presentados como modelos en la pantalla y en los medios de comunicación,
imágenes que han sido, en no pocas ocasiones, interiorizadas por los
propios negros («viendo el mundo como lo ve John Wayne»), a pesar de
que, por ejemplo, la matanza de indios fuera aplaudida, sin caer en la
cuenta de que los indios eran en el presente los propios negros
convertidos en sujetos de todas las sujeciones y maldades. Las imágenes u
diálogos de diferentes películas asoman con fuerza ilustrativa dejando
expuesta la situación: «es importante descubrir que el país donde has
nacido, y al que le debes la vida y la identidad, no ha creado en todo
su sistema de realidad ni un solo lugar para ti». Asistimos a diferentes
debates y vemos en el uso de la palabra a Malcom X y a Martin Luther
King, y conocemos los encuentros que Baldwin tuvo con ellos y también
las circunstancias en que conoció el asesinato de ambos, y también el de
Medgar Evers, luchador con quien el escritor mantenía una estrecha
amistad, habiendo llegado a acompañarle en alguna campaña. Tampoco se
nos hurta sus encuentros con Robert Kennedy, hermano del asesinado
presidente y fiscal, y las posturas timoratas de este cuando, aun
admitiendo el trato infame que los negros recibían, se conformaba con
decir que las cosas iban a mejor… cuatrocientos años han pasado desde la
llegada, forzada, de los negros al país, y todavía la situación es de
una desigualdad brutal que se traduce en agresiones, prohibiciones, y
segregaciones múltiples. El país no sabe qué hacer con su población
negra, y la reduce a una manada de seres que no hacen más que bailar,
reír y comer sandía; reduciendo su imagen a unos seres pasivos y mansos,
que necesitan un blanco para guiar sus desbrujuladas vidas, cuando no
se vende la imagen de un peligro potencial para la seguridad nacional
(pueden ver el informe del FBI sobre Baldwin, fechado en 1966, en que se
le señala como ser peligroso «del que cabe esperar actos hostiles a la
defensa nacional y la seguridad pública de los Estados Unidos», por lo
que se suma su Nombre al Índice de Seguridad).
James Baldwin desbroza el camino y va derribando algunas leyendas que
se vierten sobre los negros: así el tamaño de sus órganos sexuales, a
la vez que se les considera como seres carentes de atributos sexuales, y
aquellos que como Sidney Poitier o Harry Belafonte son sex simbols,
nadie se atreve a admitirlo; «a los negros se les ha robado todo en
este país». Precisamente de estos dos se recogen sus palabras. El
escritor también nos entrega un conjunto de disculpas de diferentes
personalidades públicas, como Nixon o Trump, que hablan de los
problemillas de la vida, que en los hechos resultan parole, parole, parole.
Marca las diferencias entre los elogios, y cerrados aplausos, que
recibe del uso de la fuerza si esta es practicada con las armas por
israelíes, polacos o irlandeses, a los que se les considera como héroes,
cambiando las tornas si algún negro dice lo mismo, al considerársele de
inmediato como un criminal y escarmentándole por ello. No se priva de
señalar la postura colaboracionista de los cristianos, señalando a su
vez las dos iglesias existentes según el color de la piel. Denuncia
igualmente las falacias del humanismo, de aplicación discriminatoria;
señala los dos niveles de experiencia, encarnados por Gary Cooper y
Doris Day, por una parte, y por Ray Charles por la otra. Y reivindica el
derecho a estar amargado frente a quienes le acusan de ello, pues hay
buenas razones para estarlo: «la primera de todas, esta ceguera o
cobardía americana que nos permite fingir que en la vida no hay razones
para amargarse», y confiesa sin ambages que no está dispuesto a cargar
con esa historia de injusticia, en la que «Blanco es una metáfora del
poder, una mera forma de describir el Chase Manhattan Bank».
Y un deseo, una esperanza de un futuro reconciliado: «Es algo
terrible que un pueblo entero se rinda a la idea de que una novena parte
de su población es inferior a él. Y hasta ese momento, hasta que llegue
el momento en que, nosotros, los americanos, el pueblo americano, sea
capaz de aceptar lo que yo tengo que aceptar, por ejemplo que mis
ancestros son tanto blancos como negros, que en este continente que
estamos intentando forjar una nueva identidad para la que nos
necesitamos los unos a los otros, y que no soy un pupilo de América, no
soy un objeto de caridad misionera, que soy una de las personas que
construyó el país; hasta ese momento, apenas quedará esperanza alguna
para el sueño americano, porque las personas a las que se les niega su
participación en él, por su presencia misma, lo hundirán. Y si esto
ocurre, será una hora muy grave para Occidente».
N.B.: El uso de la expresión “de color” para referirse a los
negros, expresión que aparece en las páginas 37, 51 y 72 del libro, es
un eufemismo edulcorado con pretensiones de no nombrar con claridad como
si el hacerlo fuese brutal en exceso (términos que se emplean,
consagrados por el uso y el abuso hasta en las siglas, véase la página
51)… lo que hace, por otra parte, que quienes no son negros no es que
sean rostros pálidos, que decían los otros, sino incoloros, y la verdad…
artículo completo en KAOSENLARED
Gracias Iñaki, por tu interés en nuestro libro No soy vuestro negro.
Queremos, sin embargo, aclarar unos comentarios al final de tu
artículo. Señalas tres páginas en las cuales se utiliza el término “de
color” en vez de “negro” y lo achacas a que utilizamos “un eufemismo
edulcorado con pretensiones de no nombrar con claridad como si hacerlo
fuese brutal en exceso, etc…” Esto no es exacto. Una prueba es que lo
has encontrado solo tres veces en un libro que dice “negro”, como en su
propio título, infinidad de veces. Nos hemos ceñido exactamente al
lenguaje de Baldwin. “Black” se empezó a utilizar en la época de los
Black Panthers (a mediados de la década de 1960), no antes. Cuando
Baldwin era pequeño esa palabra (p.37) ofendía a los propios
norteamericanos negros que además de “colored” utilizaban “negro” (hoy
término no solo en desuso, sino directamente despectivo). Lo mismo se
aplica a la página 72 que se refiere a una película de 1934. Así que
Baldwin utiliza la palabra que se utilizaba en la época en que ocurren
las anécdotas. Por otra parte, bien se sabe que el lenguaje va cambiando
y más en una comunidad que ha pasado de ser descrita por otros a
autodefinirse. Ejemplo reciente: de Afroamerican se ha pasado a African
American… y veremos por cuantos cambios más pasará. Hoy día “people of
color” o “colored people”, se refiere a toda comunidad no blanca (o sea
hispana, india, nativa, asiática…). Véase cualquier escrito de Angela
Davis, Ishmael Reed, Debra Dickerson… En la página 51, que también
señalas, solo dice una vez “negro”, nunca “de color”. En todo caso,
agradecemos que nos hayas dado la oportunidad de aclarar esta cuestión,
cosa que, con nota a pie de página, hemos aclarado ya en algún otro
libro de esta colección.