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miércoles, 24 de marzo de 2021

 

 

 

La fragilidad blanca es una idea verdaderamente transformadora; es un concepto indispensable que nos invita a analizar detenidamente la blanquitud tal como la entienden los blancos y sus reacciones defensivas cuando les exigimos responsabilidades por una blanquitud que ha pasado de puntillas por el tema de la raza durante demasiado tiempo. DiAngelo es sabia y fulminante en su implacable ataque contra lo que Langston Hughes llamó «las maneras de los blancos». Pero es clarividente y nada sentimental cuando desenreda los entreverados hilos del destino social y la prescripción política que atan la identidad blanca a la neutralidad moral y la universalidad cultural.
DiAngelo cuestiona valientemente la fusión de la blanquitud con la identidad nacional. Una autoridad como Beyoncé Knowles, nada menos, constató recientemente: «Se ha dicho que el racismo es tan americano que cuando nos quejamos de él algunos dan por hecho que nos quejamos de América». DiAngelo demuestra que Beyoncé está en lo cierto, que el trasvase de identidad blanca a identidad estadounidense —de convicciones racistas a convicciones nacionales— debe encararse de frente, insistiendo a pleno pulmón en que ser estadounidense no significa lo mismo que ser blanco, al menos no exclusivamente, ni siquiera principalmente. (Michael Eric Dyson)

Mireia Sentís conversa con Jordi Bartomeus en betevé sobre Fragilidad blanca. ¿Por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo?



 Le Monde Diplomatique se hace eco de la Publicación de Fragilidad blanca:

Fragilidad blanca

por Manuel S. Jardí, abril de 2021

Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, como advierte la autora en su introducción, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. “La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965”. El fallo del sistema actual es la reproducción de la desigualdad racial. “Nuestras instituciones han sido diseñadas para reproducir la desigualdad racial y lo hacen con eficacia. Nuestros centros escolares son especialmente eficaces en esta tarea”. Acaso la forma más perniciosa de presión sobre las personas de color, subraya, sea confabularse con la fragilidad blanca minimizando sus experiencias raciales para acomodarlas a la denegación y el recelo blancos. “En otras palabras, no comparten su dolor con nosotros porque no podemos soportarlo”. La fragilidad blanca, pues, ha funcionado para impedir que las personas de color desafiaran el racismo a cambio de evitar la cólera blanca. “Pero si no desafiamos a las personas blancas por su racismo estaremos manteniendo el orden racial y la posición de los blancos en el mismo”. El libro de DiAngelo es útil para quien quiera comprender cómo se desarrolla la fragilidad blanca, cómo protege la desigualdad y qué se puede hacer para que el diálogo sobre el racismo se convierta en algo fructífero en vez de un camino sin salida.

Artículo completo en Le Monde diplomatique en español

 

"FRAGILIDAD BLANCA: POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL PARA LOS BLANCOS HABLAR DE RACISMO"

 

El incisivo libro de la autora estadounidense Robin DiAngelo, que impactó en la conciencia norteamericana a raíz del asesinato de George Floyd a manos de la policía de Mineápolis, será la próxima novedad de la colección BAAM (Biblioteca Afro Americana Madrid).

Como afirma la autora:

Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965. El término política identitaria se centra en las barreras contra las que ciertos grupos específicos chocan en su lucha por la igualdad. Todavía no hemos alcanzado nuestro principio fundacional, pero cualquier logro conseguido hasta la fecha ha sido gracias a la política identitaria.
Las identidades de quienes se han sentado a las mesas del poder en este país son de una similitud notable: blancos, hombres, de clase media y alta, sin discapacidades. Puede que reconocer esta certeza se descarte como corrección política, pero sigue siendo una certeza. Las decisiones que se toman en esas mesas repercuten en la vida de quienes no están sentados a ellas. La exclusión de quienes están sentados a la mesa no obedece a una intención deliberada; no es necesario tener la intención de excluir para que nuestras acciones propicien la exclusión. Si bien la violencia implícita siempre está latente, porque todos los seres humanos tenemos prejuicios, la desigualdad puede darse sencillamente a través de la homogeneidad; si yo no soy consciente de las barreras contras las que tú chocas, no las veré, y menos aún podré sentirme motivada para eliminarlas. Del mismo modo, tampoco me sentiré motivada para eliminar determinadas barreras si estas me proporcionan alguna ventaja a la que creo tener derecho.