La fragilidad blanca es una idea verdaderamente
transformadora; es un concepto indispensable que nos invita a analizar
detenidamente la blanquitud tal como la entienden los blancos y sus
reacciones defensivas cuando les exigimos responsabilidades por una
blanquitud que ha pasado de puntillas por el tema de la raza durante
demasiado tiempo. DiAngelo es sabia y fulminante en su implacable ataque
contra lo que Langston Hughes llamó «las maneras de los blancos». Pero
es clarividente y nada sentimental cuando desenreda los entreverados
hilos del destino social y la prescripción política que atan la
identidad blanca a la neutralidad moral y la universalidad cultural.
DiAngelo cuestiona valientemente la fusión de la blanquitud con la
identidad nacional. Una autoridad como Beyoncé Knowles, nada menos,
constató recientemente: «Se ha dicho que el racismo es tan americano que
cuando nos quejamos de él algunos dan por hecho que nos quejamos de
América». DiAngelo demuestra que Beyoncé está en lo cierto, que el
trasvase de identidad blanca a identidad estadounidense —de convicciones
racistas a convicciones nacionales— debe encararse de frente,
insistiendo a pleno pulmón en que ser estadounidense no significa lo
mismo que ser blanco, al menos no exclusivamente, ni siquiera
principalmente. (Michael Eric Dyson)
Mireia Sentís conversa con Jordi Bartomeus en betevé sobre Fragilidad blanca. ¿Por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo?
Le Monde Diplomatique se hace eco de la Publicación de Fragilidad blanca:
Fragilidad blanca
Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, como advierte la autora en su introducción, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. “La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965”. El fallo del sistema actual es la reproducción de la desigualdad racial. “Nuestras instituciones han sido diseñadas para reproducir la desigualdad racial y lo hacen con eficacia. Nuestros centros escolares son especialmente eficaces en esta tarea”. Acaso la forma más perniciosa de presión sobre las personas de color, subraya, sea confabularse con la fragilidad blanca minimizando sus experiencias raciales para acomodarlas a la denegación y el recelo blancos. “En otras palabras, no comparten su dolor con nosotros porque no podemos soportarlo”. La fragilidad blanca, pues, ha funcionado para impedir que las personas de color desafiaran el racismo a cambio de evitar la cólera blanca. “Pero si no desafiamos a las personas blancas por su racismo estaremos manteniendo el orden racial y la posición de los blancos en el mismo”. El libro de DiAngelo es útil para quien quiera comprender cómo se desarrolla la fragilidad blanca, cómo protege la desigualdad y qué se puede hacer para que el diálogo sobre el racismo se convierta en algo fructífero en vez de un camino sin salida.
Artículo completo en Le Monde diplomatique en español
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