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sábado, 13 de diciembre de 2025

Alain Mabanckou y Abdourahman Waberi: "Diccionario lúdico de las culturas africanas"


 

 PREFACIO

En busca de la energía magnética
del continente africano

La idea de escribir un libro juntos viene de lejos. Nuestra amistad se remonta a la década de 1990, cuando ambos éramos estudiantes en Francia, el uno originario de la República del Congo [Mabanckou], el otro de la República de Yibuti [Waberi]. En aquella época, asistimos a la liberación de Nelson Mandela y el fin del apartheid, y muchos países africanos, sobre todo tras la Cumbre Francoafricana de La Baule, que condicionaba la ayuda francesa a la instauración de regímenes democráticos, empezaron a dar la espalda al marxismo-leninismo, optando —al menos sobre el papel— por el principio del multipartidismo político (Benín, Cabo Verde, Costa de Marfil, República del Congo, Gabón, Níger, el antiguo Zaire…). Pero aquella tendencia, a pesar del optimismo mostrado por los pueblos africanos, quedó rápidamente ensombrecida por el genocidio del pueblo tutsi en Ruanda, las guerras civiles de Sierra Leona y Liberia, el conflicto entre Somalia y Eritrea, o la caída del régimen chadiano de Hissène Habré, derrocado por su asesor militar, Idriss Déby, con el apoyo de la Libia de Muamar el Gadafi…
Pese a esas zonas de penumbra, seguimos siendo optimistas en lo que al futuro de nuestro continente se refiere, un continente que, a nuestro entender, resulta cada vez más imperioso conocer. 
Nuestras conversaciones giraban en torno a nuestras respectivas culturas: la del Cuerno de África para Abdourahman Waberi, escenario de heteróclitos intereses geopolíticos; la del África central para Alain Mabanckou, territorio donde se estableció la Francia Libre durante la ocupación nazi. Y si bien coinciden en muchos aspectos, en otros son diametralmente opuestas, lo cual es ilustrativo de la multiplicidad de nuestros usos y costumbres. Siempre que visitamos África, oímos con deleite ese vocabulario urbano que funde la lengua francesa con las lenguas locales, prueba de que vivimos, hoy más que nunca, en una época de mestizaje, de fusión cultural propia de la «civilización de bronce», como formuló el poeta congoleño Tchicaya U Tam’si.
Somos conscientes de que África se halla en el mundo, y el mundo en África. Lo mismo puede decirse del resto de continentes, por cuanto nuestros destinos, para bien o para mal, se encuentran estrechamente ligados. Nos negamos a concebir África como un catálogo de penurias o un continente perseguido por una maldición ancestral, atravesado por las disputas étnicas. La energía de las «diásporas africanas» siempre ha concitado nuestro asombro, una llama ardiente que deseábamos plasmar en un libro; sin embargo, por entonces no teníamos una idea clara del género idóneo para llevarlo a cabo, hasta que un día, mientras tomábamos, como de costumbre, una copa en el distrito xviii de París decidimos trazar una especie de recorrido por las culturas africanas, sin ningún tipo de línea directriz, en el que cada letra del alfabeto condujera hacia una noción, una práctica, un concepto, un instante de la historia, la literatura, la pintura, la política, la economía, la gastronomía, etc. 
Huelga decir que el África de nuestros corazones y de nuestros sueños rebasa las dimensiones del continente africano, que su historia es más profunda que cualquier Wakanda. Las diásporas africanas (desde Canadá hasta Argentina pasando por Haití; desde los archipiélagos y riberas suajili a la isla Mauricio pasando por Madagascar) así como las poblaciones negras de las grandes ciudades (desde París hasta Singapur o Melbourne) lo arropan con afecto. 
Este libro constituye un alfabeto particular, una especie de retrato o, más concretamente, una mitografía a partir de la cual percibir y sentir el pulso de un continente inmenso, cuya potencia cultural se despliega ante nuestros ojos. La voz y la importancia de África en los asuntos mundiales, aunque ayer minimizadas, incluso menospreciadas, son hoy incuestionables. África se halla en vías de imponer una marca, un estilo, una manera de ser en el mundo y de relacionarse con otras poblaciones. 
Obviamente, este proyecto tiene un marcado componente iniciático. Hemos discutido largo y tendido sobre su acusada personalidad, que recuerda a una colorida y emotiva película narrada por un dúo de actores cómplices que emprenden la tarea de escribir no vestidos formalmente, sino relajados, descorbatados, con tejanos y zapatillas, en un ambiente festivo, a fin de acompañar los caprichos del alma, recurriendo, cuando así es menester, a las experiencias de sus respectivas peregrinaciones. Nuestra intención no era agotar cada tema, sino más bien entonar un canto de amor a las culturas de nuestro continente, a sus habitantes de ayer y de hoy, a sus excepcionales recursos y a su espectacular mundialización, al margen de cierta contaminación en el cielo africano provocada por la increíble longevidad de algunas dictaduras africanas. 
En este libro, además de darle una fuerte identidad visual, hemos intentado evitar los estereotipos facilones que dibujan un África subdesarrollada, en busca de pan o de un salvador blanco al estilo hollywoodense. Nos hemos hecho eco de numerosos problemas de nuestro tiempo, lo cual en ocasiones ha aumentado la complejidad del proyecto. La naturaleza fragmentaria del diccionario, su condición de obra inacabada, no debería de comportar un problema, al contrario: le ofrece al lector la posibilidad de ahondar ahí donde hemos preferido no extendernos. Tenemos intención de continuar con nuestra colaboración; por tanto, este libro invita a explorar otros diccionarios, otras obras de ficción, de teoría, de historia, de imágenes. También representa, como se verá enseguida, el fruto maduro de una amistad que llevamos cultivando desde nuestra época de estudiantes, cuando nos disponíamos a enviar nuestros primeros manuscritos a las editoriales. 
Por último, esperamos que su estilo lúdico funcione como una cámara alimentada por la energía magnética de todo el continente africano. 

A. Mabanckou, A. Waberi.