jueves, 6 de enero de 2022

"Las cocinas de Gaza" por Teresa Aranguren (infolibre, 4 de enero de 2022)

 

 

Plaza Pública

Las cocinas de Gaza

Teresa Aranguren

4 de enero de 2022

 

 

Este no es un libro de cocina sino de cocinas, esos espacios íntimos y familiares donde, entre cazos, guisos  y cuentos mil veces contados, ocurre la vida. Este libro habla del gusto de vivir pese a todo y frente a todo. Habla de las gentes de Gaza.

 

“Quizás sean los carteles de colores brillantes que cuelgan de la pared o el patio primorosamente rastrillado y repleto de todo tipo de hierbas aromáticas. Quizá las caras impacientes de las seis niñas que salen a saludarnos y suben corriendo las escaleras con sus largas trenzas negras y brillantes. Sea cual sea la razón, salta a la vista que la casa de Um Hana en Beit Lahia es un lugar alegre”.

 

Extraña descripción de un lugar que los informes de Naciones Unidas han calificado de “inhabitable”. En el excelente prólogo de este libro, Raquel Martí, directora de UNRWA-España (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos) ofrece los datos de la catástrofe que el bloqueo israelí impone sobre la población de Gaza: cortes de electricidad diarios de más de ocho horas de duración, el 96% de las aguas del acuífero están  contaminadas, el agua potable tiene que ser traída en camiones y su precio resulta inasequible para la mayoría de la gente, el paro alcanza al 48% de la población y en el caso de los jóvenes al 65%, los hospitales padecen una constante falta de material sanitario y se sostienen al borde del colapso,  gran parte de las infraestructuras, desde las depuradoras de agua y el sistema de alcantarillado hasta viviendas, edificios administrativos, cultivos y granjas han sido destruidas por las bombas.

 

Sí, Gaza es un territorio inhabitable o, más exactamente, sería un territorio inhabitable si no fuera porque su gente, sobre todo sus mujeres, se empeñan en hacerlo habitable.

 

No se trata de dulcificar lo insoportable ni de ocultar el sufrimiento cotidiano de la vida en Gaza, este libro no habla de héroes con superpoderes sino de seres humanos que resisten la adversidad, se apoyan mutuamente y cocinan entre risas y cotilleos como se hacía en las cocinas de la aldea de la que fueron expulsados y cuyo nombre ya no figura en los mapas. Las mujeres de Gaza cocinan para preservar la vida. Y la memoria.

 

Um Ibrahim nació en la localidad de Beit Tima al sur de Yafa, a sus más de 90 años mantiene vivos sus recuerdos de infancia y juventud y “le brillan los ojos cuando describe con detalle las verduras silvestres y las hermosas calabazas de su pueblo natal”. También recuerda con precisión lo que ocurrió en el otoño de 1948 cuando, tras buscar refugio en una aldea cercana porque las milicias sionistas llegaban a su pueblo, su familia decidió regresar días después a Beit Tima para recoger la cosecha de grano que tenían almacenada en la casa, “encontramos a muchos de nuestros vecinos muertos, con disparos en la frente y miembros amputados…”.  Um Ibrahim huyó con su familia y sus vecinos a Gaza. Vive en el campo de refugiados de Deir Al Belah. Nunca ha vuelto a ver su pueblo ni los paisajes de su infancia, pero conserva el legado de sabores y olores de aquella Palestina que fue y pervive en las recetas que aprendió de niña en Beit Tima. La que Um Ibrahim nos ofrece en este libro es la de “Bamia ua adas”, un guiso de lentejas y verdura típico no solo de esta región sino de toda Palestina.

 

Laila Al Haddad y Maggie Schmitt recorrieron las cocinas de Gaza en busca de recetas tradicionales, pero sobre todo de relatos, retazos de vida que las mujeres van desgranando en su charla mientras majan en el mortero un poco de comino, sésamo, albahaca y aceite o desgranan los rubíes de una granada. La mayoría de las personas que aparecen en este libro son mujeres, pero  también hay algún hombre, como Abdel Munin, que gestiona una pequeña finca de cultivo ecológico en Beit Hanun o Mohamed Ahmed, que antes del bloqueo solía exportar fruta a Europa y ahora, con sus árboles arrancados porque sus tierras quedaban cerca de la frontera, depende de la ayuda alimentaria de UNRWA. En Gaza la alimentación es tarea de mujeres cuando se realiza en casa, si es negocio es cosa sobre todo de hombres. Pero esto no ocurre solo en Gaza.

 

Uno de los grandes atractivos de este libro son las excelentes fotografías que acompañan cada una de las recetas, cada una de las historias, imágenes de los platos cocinados y de los rostros de quienes los muestran. Y es conmovedora la alegría de vivir que desprenden esos rostros.

 

Las cocinas de Gaza, editado con el esmero con el que Ediciones de Oriente y el Mediterráneo realiza siempre su trabajo, es un libro bellísimo. Una manera original e inteligente de mostrar el drama y la fortaleza de las gentes de Gaza.

 

Teresa Aranguren es periodista y escritora.

Artículo completo en infolibre

"Viajar por Gaza sin moverse de la cocina" por Rosa Meneses (El Mundo, 29 de diciembre de 2021)

 

 

 

Um Zuhair prepara un pastel de alholva y aceite de oliva mientras cuenta la historia de ‘Yamil y Buzaina’. El relato, que se remonta a los tiempos del califato omeya, narra el destino de dos amantes desgraciados. El poeta Yamil Ibn Maàmar, de la ciudad de Medina, se enamora de Buzaina, que pertenece a otra tribu. La familia de la joven se opone al matrimonio: no quiere que Buzaina se case con un poeta, para ellos sinónimo de libertino. Yamil, loco de amor, vaga por el desierto recitando sus versos. Sus tristes estrofas hacen llorar a las aves y las piedras. La leyenda de ‘Yamil y Buzaina’, junto con la de ‘Layla y Maynun’ -otro gran mito de la literatura árabe-, llegaron a Europa a través de la España andalusí y se cree que fueron fuente de inspiración de epopeyas como ‘Tristán e Isolda’ o ‘Romeo y Julieta’.

 

Pero estamos en una cocina. En una cocina de Gaza, concretamente. Y Um Zuhair está elaborando su postre. Tras preparar la masa, engrasa un molde con tahina y la extiende, coloca por encima almendras y piñones y pone el recipiente en el horno 45 minutos. Luego, sobre el pastel horneado, vierte almíbar frío y lo deja enfriar para cortarlo y servirlo. En ese trajinar en los fogones durante horas y horas, familiares y vecinos comparten un espacio de transmisión de cultura y conocimiento, de diálogo, de libertad, donde se recitan poemas, se cuentan historias, anécdotas…

 

Por eso, el arte de la cocina típica de Gaza es mucho más que gastronomía: es una travesía por la cultura y la sociedad de este rincón olvidado del mundo. Ese viaje puede hacerse a través del libro ‘Las cocinas de Gaza’, que acaba de publicar en España Ediciones del Oriente y del Mediterráneo. Es un periplo culinario por Palestina, con recetas que invitan a probar sus guisos especiados, el pescado relleno de hierbas, el falafel, los pasteles de nueces y sémola o su refrescante limonada con hierbabuena. Y es un mosaico de voces e historias, a la vez que un estudio de campo sobre la vida cotidiana de sus gentes bajo el férreo bloqueo impuesto por Israel desde 2007.

 

En la Antigüedad, por Gaza pasaban las caravanas de la Ruta de las Especias, con su trasiego de clavo, canela, nuez moscada o pimienta de Asia hacia el Mediterráneo. Hoy, Gaza -donde el 80% de la población es refugiada- se asocia a violencia y conflicto. «El libro pretende humanizar a la población de Gaza. Pretende compensar la representación sesgada que describe a los palestinos o como víctimas o como héroes o como agresores, una caricatura que no es lo que vive la gente, que no es la vida cotidiana, con sus momentos de alegría y pena. Queríamos un retrato a ras del suelo, con las vivencias cotidianas de las personas de Gaza, con sus situaciones terribles y su esfuerzo para llevar sus vidas con dignidad, para aportar alegría, belleza y significado», explica Maggie Schmitt, que junto con Laila El-Haddad es autora del libro.

 

«Los palestinos han sufrido la pérdida y el trauma durante el siglo pasado: la pérdida de tierra, de vidas y del hogar. Las aldeas de aquellos refugiados que se pusieron a salvo en Gaza fueron totalmente destruidas y su existencia, figurativa y literal, borrada de la faz de la tierra, de los mapas y los libros de historia», profundiza El-Haddad para este diario. «La comida es una de las maneras más importantes en las que han anclado su pérdida y han preservado y transmitido su memoria y herencia», continúa.

 

«Tomamos la comida como punto de partida para hablar de todo. Nos sitúa en realidades concretas, fuera de los grandes discursos ideológicos», prosigue Schmitt, en conversación con EL MUNDO. La comida como espacio de expresión y diálogo. «La cocina se sitúa en un papel seminal», precisa El-Haddad. «La cocina también es una forma de contar y, para quienes se toman el tiempo de escuchar, cuenta una historia curiosa que no se alinea con los Estados-Nación y transmite oralmente conocimientos fuera de lo oficial», reflexiona. Y es que, como dicen las autoras en el libro, «cuando se vive en Gaza, es un alivio que te pregunten sobre lentejas y no solo sobre política».

 

La cocina es un lugar privilegiado de transmisión familiar y vecinal de la historia, de intercambio y relación», considera Schmitt. «Hablamos de Palestina, cuya historia está en peligro inminente de extinción por el borrado de aldeas del mapa. Su memoria se perpetúa a través de la cocina: vemos que terceras y cuartas generaciones del exilio mantienen las recetas de sus aldeas, transmitidas por la familia, y que cuentan de dónde vienen. Y así saborean un pueblo que no existe desde hace 70 años», añade.

 

El recetario pone el foco en las mujeres, muchas veces mantenidas al margen del relato histórico y político. Aquí, las mujeres son el centro. No porque el libro transcurra entre ollas, sartenes y ‘zibdías’, los tradicionales cuencos de barro, sino porque retrata a las mujeres como principales transmisoras de la memoria y la historia. «Quisimos dar voz a las mujeres, que quedan fuera de la representación. Recopilar un riquísimo patrimonio culinario y hacer un acto de memoria histórica para intentar cambiar el discurso en torno a Gaza a través de la cotidianidad», destaca Schmitt.

 

«La cocina es un lugar especial donde los palestinos -y especialmente las mujeres- ejercen el control sobre algunos aspectos de sus vidas y elaboran y retienen su dignidad cuando Israel ha trabajado rutinariamente para despojarles de ella», considera El-Haddad.

 

Maestras de improvisar un plato adaptándose a lo que hay, en un contexto político y económico difícil, las autoras muestran en su trabajo cómo las mujeres hacen de las recetas transmitidas de generación en generación «un lugar de expresión y creatividad en femenino que se escapa a cualquier control».

 

Artículo completo en El Mundo, 29/12/2021

James Baldwin y el movimiento por los derechos civiles vigilados por el FBI

 

Anunciamos la salida de No soy vuestro negro, los textos de James Baldwin que dieron forma al extraordinario documental de Raoul Peck:

El libro que James Baldwin tenía planeado escribir cuando murió en 1987 versaba sobre tres defensores de la igualdad racial en Estados Unidos, asesinados entre 1963 y 1968: Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King. Solo se conservaron apuntes sueltos, que dos décadas después fueron entregados por su hermana Gloria al cineasta Raoul Peck. Este acabó combinando el material de Baldwin —leído por la voz en off de Samuel L. Jackson— con grabaciones de conferencias y entrevistas radiofónicas y televisivas, así como con fotogramas y fotografías de diversa procedencia. El resultado fue un documental profundo y poético que subraya la relevancia de Baldwin en la época del Black Lives Matter. ¿Por qué hacer un libro del documental? Porque la amplia y compleja información que destila no es asimilable en una sola visualización; porque resultan muy esclarecedores los testimonios del propio Peck acerca de los cuatro años que duró el proceso de elaboración del film, así como los de Gloria Baldwin Karefa-Smart, quien explica por qué confió en Peck, y los de la montadora de tan singular pieza cinematográfica; y también, por el puro placer de leer textos inéditos de Baldwin contextualizados por un cineasta excepcional.

 

Durante los cuarenta y ocho años en que fue director del FBI, entre 1924 y 1972, fecha de su muerte, John Edgar Hoover acumuló un inmenso poder que utilizó para crear un verdadero Estado profundo al que todos, hasta los propios presidentes de Estados Unidos, temían. Utilizó ese poder para combatir todo lo que cuestionaba el orden racial blanco capitalista.

Su paranoia supremacista llegaba tan lejos que sometió a una estrecha vigilancia no solo a los líderes de los movimientos civiles sino también a escritores negros como James Baldwin. El director de cine Raoul Peck destacó alguno de los documentos del FBI que hacían referencia al escritor en su documental I Am Not Your Negro:

 

 

INFORME DEL FBI

MARZO DE 1966

MEMORANDO DEL FBI

 

Información relativa a James Arthur Baldwin

 

A la atención del subdirector del FBI Alan Rosen:

Los archivos revelan que Baldwin, un escritor negro, nació en la ciudad de Nueva York y ha vivido y viajado por Europa. Se ha hecho relativamente famoso gracias a sus escritos sobre las relaciones entre blancos y negros. Corren rumores de que Baldwin es homosexual y, al parecer, podría serlo.

La información recabada describe claramente al sujeto como un individuo peligroso del que cabe esperar actos hostiles a la defensa nacional y la seguridad pública de los Estados Unidos en situaciones de emergencia.

En consecuencia, se incorporará su nombre en el Índice de Seguridad.

 

[J. EDGAR HOOVER: A todos debería importarnos un único objetivo: la erradicación del crimen. La Oficina Federal de Investigaciones está tan cerca de usted como el teléfono que tenga más a mano. No busca sino protegerlo en todos los asuntos de su competencia. Está a su servicio.]

(Textos recogidos en No soy vuestro negro, la edición en castellano de I Am Not Your Negro)

Una de las páginas del voluminoso expediente del FBI sobre el escritor James Baldwin

 

Iñaki Urdanibia en KAOSENLARED

 

«La historia de los negros en América es la historia de América. No es una historia bonita»

 

Así, como reza el título, se titulaba el libro en el que trabajaba James Baldwin (Nueva York, 1924- Saint-Paul-de-Vence, Alpes marítimos, 1987) cuando la Parca le sorprendió, lo que supuso que el libro, que ya lo tenía apalabrado con su editor, quedase en estado de anotaciones, de borrador. Tal obra iba a basarse en tres luchadores de la igualdad racial en su país, que fueron asesinados entre 1963 y 1968: Medgar Evers, Malcom X y Martin Luther King. Los apuntes sueltos que dejó quien fuera portavoz ideológico de un importante sector de la intelectualidad negra y novelista de reconocido talento, fueron entregados por la hermana del escritor, Gloria Baldwin Karefa-Smart, al cineasta Raoul Peck, quien aprovechando dichos materiales y bastantes más, que recogían conferencias y entrevistas radiofónicas y televisivas, a lo que se han de añadir un número de fotografía variadas, realizó un documental, con la voz en off de Samuel L. Jackson, que resalta la figura del escritor. El resultado, con toda la información que contiene el documental, acaba de ser publicado por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo: «No soy vuestro negro» —una película de Raoul Peck a partir de textos de James Baldwin—. El libro resulta un significativo patchwork que da cumplida cuenta del trato que recibían, y reciben, los negros en el país de las barras y estrellas.

 

Tras unas sabrosas aclaraciones sobre su trabajo y el modo de realización de Raoul Peck y de la montadora de la pieza, Alexandra Strauss, entramos en una avalancha de palabras e imágenes del escritor, quien a su vez presta la palabra a diferentes testigos y protagonistas de la segregación que se da y sufrieron en los USA. El repaso en su brevedad es amplio y hondo ya que en él podemos leer las opiniones de Baldwin sobre los héroes norteamericanos, todos blancos, que han sido presentados como modelos en la pantalla y en los medios de comunicación, imágenes que han sido, en no pocas ocasiones, interiorizadas por los propios negros («viendo el mundo como lo ve John Wayne»), a pesar de que, por ejemplo, la matanza de indios fuera aplaudida, sin caer en la cuenta de que los indios eran en el presente los propios negros convertidos en sujetos de todas las sujeciones y maldades. Las imágenes u diálogos de diferentes películas asoman con fuerza ilustrativa dejando expuesta la situación: «es importante descubrir que el país donde has nacido, y al que le debes la vida y la identidad, no ha creado en todo su sistema de realidad ni un solo lugar para ti». Asistimos a diferentes debates y vemos en el uso de la palabra a Malcom X y a Martin Luther King, y conocemos los encuentros que Baldwin tuvo con ellos y también las circunstancias en que conoció el asesinato de ambos, y también el de Medgar Evers, luchador con quien el escritor mantenía una estrecha amistad, habiendo llegado a acompañarle en alguna campaña. Tampoco se nos hurta sus encuentros con Robert Kennedy, hermano del asesinado presidente y fiscal, y las posturas timoratas de este cuando, aun admitiendo el trato infame que los negros recibían, se conformaba con decir que las cosas iban a mejor… cuatrocientos años han pasado desde la llegada, forzada, de los negros al país, y todavía la situación es de una desigualdad brutal que se traduce en agresiones, prohibiciones, y segregaciones múltiples. El país no sabe qué hacer con su población negra, y la reduce a una manada de seres que no hacen más que bailar, reír y comer sandía; reduciendo su imagen a unos seres pasivos y mansos, que necesitan un blanco para guiar sus desbrujuladas vidas, cuando no se vende la imagen de un peligro potencial para la seguridad nacional (pueden ver el informe del FBI sobre Baldwin, fechado en 1966, en que se le señala como ser peligroso «del que cabe esperar actos hostiles a la defensa nacional y la seguridad pública de los Estados Unidos», por lo que se suma su Nombre al Índice de Seguridad).

 

James Baldwin desbroza el camino y va derribando algunas leyendas que se vierten sobre los negros: así el tamaño de sus órganos sexuales, a la vez que se les considera como seres carentes de atributos sexuales, y aquellos que como Sidney Poitier o Harry Belafonte son sex simbols, nadie se atreve a admitirlo; «a los negros se les ha robado todo en este país». Precisamente de estos dos se recogen sus palabras. El escritor también nos entrega un conjunto de disculpas de diferentes personalidades públicas, como Nixon o Trump, que hablan de los problemillas de la vida, que en los hechos resultan parole, parole, parole. Marca las diferencias entre los elogios, y cerrados aplausos, que recibe del uso de la fuerza si esta es practicada con las armas por israelíes, polacos o irlandeses, a los que se les considera como héroes, cambiando las tornas si algún negro dice lo mismo, al considerársele de inmediato como un criminal y escarmentándole por ello. No se priva de señalar la postura colaboracionista de los cristianos, señalando a su vez las dos iglesias existentes según el color de la piel. Denuncia igualmente las falacias del humanismo, de aplicación discriminatoria; señala los dos niveles de experiencia, encarnados por Gary Cooper y Doris Day, por una parte, y por Ray Charles por la otra. Y reivindica el derecho a estar amargado frente a quienes le acusan de ello, pues hay buenas razones para estarlo: «la primera de todas, esta ceguera o cobardía americana que nos permite fingir que en la vida no hay razones para amargarse», y confiesa sin ambages que no está dispuesto a cargar con esa historia de injusticia, en la que «Blanco es una metáfora del poder, una mera forma de describir el Chase Manhattan Bank».

 

Y un deseo, una esperanza de un futuro reconciliado: «Es algo terrible que un pueblo entero se rinda a la idea de que una novena parte de su población es inferior a él. Y hasta ese momento, hasta que llegue el momento en que, nosotros, los americanos, el pueblo americano, sea capaz de aceptar lo que yo tengo que aceptar, por ejemplo que mis ancestros son tanto blancos como negros, que en este continente que estamos intentando forjar una nueva identidad para la que nos necesitamos los unos a los otros, y que no soy un pupilo de América, no soy un objeto de caridad misionera, que soy una de las personas que construyó el país; hasta ese momento, apenas quedará esperanza alguna para el sueño americano, porque las personas a las que se les niega su participación en él, por su presencia misma, lo hundirán. Y si esto ocurre, será una hora muy grave para Occidente».

 

N.B.: El uso de la expresión “de color” para referirse a los negros, expresión que aparece en las páginas 37, 51 y 72 del libro, es un eufemismo edulcorado con pretensiones de no nombrar con claridad como si el hacerlo fuese brutal en exceso (términos que se emplean, consagrados por el uso y el abuso hasta en las siglas, véase la página 51)… lo que hace, por otra parte, que quienes no son negros no es que sean rostros pálidos, que decían los otros, sino incoloros, y la verdad…

artículo completo en KAOSENLARED

 

Gracias Iñaki, por tu interés en nuestro libro No soy vuestro negro.
Queremos, sin embargo, aclarar unos comentarios al final de tu artículo. Señalas tres páginas en las cuales se utiliza el término “de color” en vez de “negro” y lo achacas a que utilizamos “un eufemismo edulcorado con pretensiones de no nombrar con claridad como si hacerlo fuese brutal en exceso, etc…” Esto no es exacto. Una prueba es que lo has encontrado solo tres veces en un libro que dice “negro”, como en su propio título, infinidad de veces. Nos hemos ceñido exactamente al lenguaje de Baldwin. “Black” se empezó a utilizar en la época de los Black Panthers (a mediados de la década de 1960), no antes. Cuando Baldwin era pequeño esa palabra (p.37) ofendía a los propios norteamericanos negros que además de “colored” utilizaban “negro” (hoy término no solo en desuso, sino directamente despectivo). Lo mismo se aplica a la página 72 que se refiere a una película de 1934. Así que Baldwin utiliza la palabra que se utilizaba en la época en que ocurren las anécdotas. Por otra parte, bien se sabe que el lenguaje va cambiando y más en una comunidad que ha pasado de ser descrita por otros a autodefinirse. Ejemplo reciente: de Afroamerican se ha pasado a African American… y veremos por cuantos cambios más pasará. Hoy día “people of color” o “colored people”, se refiere a toda comunidad no blanca (o sea hispana, india, nativa, asiática…). Véase cualquier escrito de Angela Davis, Ishmael Reed, Debra Dickerson… En la página 51, que también señalas, solo dice una vez “negro”, nunca “de color”. En todo caso, agradecemos que nos hayas dado la oportunidad de aclarar esta cuestión, cosa que, con nota a pie de página, hemos aclarado ya en algún otro libro de esta colección.

 

 


 

El pasado día 29 de noviembre, coincidiendo con el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino instituido por la ONU en 1977, en el marco de la Semana de Palestina organizada por Casa Árabe de Madrid, tuvo lugar la Presentación de «Las cocinas de Gaza. Un viaje culinario por Palestina», con la participación de Raquel Martí, directora de UNRWA en España, Sylvia Ourdia Oussedik, directora de la colección Sabores del Oriente y del Mediterráneo, y las autoras Maggie Schmitt y Layla El-Haddad (esta última por videoconferencia desde Washington), todas ellas presentadas, en nombre de casa Árabe, por Karim Hauser.
LAS COCINAS DE GAZA es mucho más que un libro de cocina, es también una aproximación a los habitantes de la Franja de Gaza, a su sociedad, a sus dificultades, a su lucha por la supervivencia y a su cultura. Añadimos a continuación un texto extraído del libro y el enlace al vídeo de la Presentación en Casa Árabe.

 

NA’EMA Y LA REVOLUCIÓN DE LAS HUERTAS DE LOS PATIOS

La nueva oleada de aficionados a hacer queso artesano y hortelanos de balcón y azotea quizá se sorprenderían si descubrieran hasta que punto coinciden con la población de Gaza.

Por toda Gaza, las familias están resucitando los viejos métodos de cultivo, de cocina y de conservación de la comida para sobrevivir a las restricciones impuestas por el asedio y los constantes cortes de luz. Enfrentados a un paro masivo como consecuencia del cierre de las fronteras y de la aniquilación del tejido productivo, los gazatíes se han volcado en masa en la agricultura a pequeña escala: en parcelas de tierra, si tienen acceso a ellas; en las azoteas y los balcones, si no tienen tierra.

Palomares y jaulas de conejos florecen en las azoteas de la ciudad. Los cortes de electricidad hacen que la refrigeración no esté asegurada, lo que conduce a un redescubrimiento de las viejas técnicas de conservación: proliferan los encurtidos y las compotas, y se pueden ver rejillas de secado en muchos patios traseros. Como a veces no se puede usar el gas para los hornos y los fuegos, muchas cocineras preguntan a sus abuelas cómo se encienden los hornos de arcilla, que se habían dejado de lado durante una generación.
Esta obligada autosuficiencia no se hace notar únicamente entre la gente corriente que trata de salir adelante; incluso el gobierno está respondiendo con planes estratégicos para reciclar a gran escala las aguas residuales y para promocionar una agricultura autóctona aprovechando las aguas pluviales.

No es una idea nueva. Durante la Primera Intifada, en la década de 1980, la palabra clave de la política y la vida cotidiana palestina era sumud, tenacidad. En la estela de la swadeshi de Gandhi, era un impulso político coordinado, asumido con entusiasmo por las organizaciones de base, para alcanzar la autosuficiencia y dar pasos hacia la independencia económica, social y psicológica de Israel.

Israel en aquel momento respondió incentivando los cultivos para la exportación y reclutando masivamente trabajadores para la agricultura israelí, con el resultado de que muchos de ellos abandonaran sus pequeñas explotaciones en Gaza a cambio de un trabajo asalariado mejor remunerado.

Una generación más tarde, con las fronteras cerradas, los jóvenes vuelven a cultivar la tierra como último recurso, recurriendo para ello al conocimiento agrícola de sus mayores.


 

 

Las cocinas de Gaza ha sido también objeto de atención de la emisión en árabe

de Radio Exterior de España. Podéis seguir aquí la emisión.

Y del programa Uhintifada de hala bedi. Podéis seguir aquí la emisión.

 

lunes, 4 de octubre de 2021

martes, 31 de agosto de 2021

Matsuo Bashō: A la luz del relámpago

 NOVEDAD FERIA DEL LIBRO DE MADRID 2021

 

Matsuo Bashō

Presentación de Clara Janés. Traducción del japonés de Jenaro Talens y Kayoko Takagi.

Fotografías de Adriana Veyrat. Caligrafías de Eiko Kishi.


 

 

Los 99 haikus reunidos en este libro han sido seleccionados por Jenaro Talens y traducidos por él mismo en colaboración con Kayoko Takagi y cuentan con un documentado Preliminar de la académica Clara Janés, además de las caligrafías de Eiko Kishi y la serie fotográfica titulada «Bambúes insomnes», de Adriana Veyrat. Una escenografía idónea para visualizar la atmósfera natural de los haikus.

  

Matsuo Bashō nació en Ueno, provincia de Igo, en 1644, cuarto hijo, tras dos hermanos y una hermana, y le siguieron tres hermanas más. Su padre. Yozeamon, samurai al servicio de los Todo, se ganaba la vida enseñando a escribir a los niños del vecindario. Con nueve años, en 1653, entró a su vez de paje al servicio de los Todo, teniendo como compañero de estudios al joven heredero Yoshitada, dos años mayor. Su primer poema lo publicó a los veinte años y su primera antología se presentó en 1671 en el templo de su ciudad natal. Se trataba de una colección de haikus reunidos de dos en dos, relacionados entre sí y comentados por él mismo. Ya en Edo (Tokio), en 1675 llegó desde Osaka el maestro Sōin y Bashō fue de los poetas invitados a escribir versos encadenados en su honor. En 1680 un admirador le construyó una casa en Fukagawa y un joven le regaló un bananero (bashō). El poeta se familiarizó tanto con el árbol que acabó adoptando ese nombre como propio. Viajero impenitente, su obra va asociada a sus continuos cambios de lugar. No regresó a Edo hasta 1691 y tres años más tarde partiría de nuevo. Cerca de Osaka se vio afectado por un ataque de disentería que acabó con su vida el 12 de octubre de 1694, a los cincuenta años de edad.

 


 

 

 

Cuán admirable

no pensar: “todo huye”

viendo un relámpago

 

 

uno de enero

pienso en la soledad

tardes de otoño

 

 

con cada soplo

se desplaza en el sauce

la mariposa

 

 

mamá y papá

siempre pensando en ellos

un faisán canta

 

 

 

Ficha técnica:

Autor: Matsuo Bashō

Edición de Jenaro Talens y Kayoko Takagi

Preliminar: Clara Janés

Caligrafías: Eiko Kishi

Fotografías: Adriana Veyrat

ISBN 978-84-121662-7-9

Nº páginas: 224

Año edición 2021

PVP 15,00 €

 


 

 

 

 

sábado, 19 de junio de 2021

 


Soloúp
, seudónimo de Andonis Nicolópulos, nació en Atenas en 1966. Es dibujante y creador de cómics. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Pantos de Atenas y se doctoró en Tectología de la Cultura y Comunicación por la Universidad del Egeo. Comenzó a publicar cómics en la mítica revista Babel en 1989. Con sus caricaturas, cómics, viñetas, ilustraciones y fotomontajes ha sido colaborador en numerosas publicaciones periódicas… Hasta la actualidad, ha publicado catorce álbumes con caricaturas, cómics humorísticos y dos novelas gráficas, Aivalí (2014) y Ο Συλλέκτης [El Coleccionista] (2018). Con Aivalí, su primera novela gráfica, obtuvo el premio al mejor cómic y al mejor guion de 2015 en Comicdom Con Athens. Ha sido traducida al francés, al turco, al inglés y al español. Aivalí trata de la violenta expatriación de poblaciones griegas y turcas que tuvo lugar como consecuencia de la guerra greco-turca en Asia Menor entre 1919 y 1922. www.soloup.net

 



lunes, 3 de mayo de 2021

 NOVEDAD PRIMAVERA 2021



Un viaje de un día desde Mitilene a Aivalí. Y allí, entre dos orillas, en medio del mar, un viaje por el tiempo. Por la Historia ensangrentada. Por lo que divide a las personas de este pequeño estrecho. Por lo que une a todos los pueblos de la tierra.

El Desastre de Asia Menor. Desarraigo. Patrias perdidas. Tratado de Lausana. El primer intercambio de población a gran escala en la historia contemporánea. Cientos de tragedias, incontables historias de personas perseguidas. La mayoría de estas historias, desconocidas. Otras en cambio, las que los refugiados contaron a sus hijos y a sus nietos, se desdibujan poco a poco. Se hunden en el olvido, se pierden. Muy pocas historias llegaron a llevarse al papel. Muy pocas se salvaron, para erigir la memoria ante los errores humanos que, cuando se olvidan, se repiten.

Allí, en las fronteras marítimas, en el estrecho paso entre la isla de Lesbos y las costas de Asia Menor, se despliegan cuatro de estas historias. Cuatro personas de Aivalí nos narran. Tres griegos y un turco: Fotis Cóndoglu, Ilías Venesis, Agapi Venesi-Moliviati y Ahmet Yorulmaz.


Y cuando vuelves a pisar esta tierra, el presente procura arreglar cuentas

con el pasado. El viaje no ha concluido.



Ficha técnica

Autor del texto y las ilustraciones: Soloúp

Título: Aivalí: Una ciudad grecoturca en 1922

Presentación: Bruce Clark

Traducido del griego por Marta Gámez y María López Villalba

ISBN: 978-84-121662-5-5 - Nº de págs. 432

PVP: 27 €






Palestina, art i resisténcia contra l'apartheid, Xavier Montanyà en VilaWeb*

 


Ediciones del Oriente y del Mediterráneo ha publicat fa poc un llibre de referència sobre el dibuixant i la seva obra: Palestina, arte y resistencia en Naji al-Ali. És una edició excel·lent, amb un recull significatiu dels seus dibuixos, textos de l’assagista i guionista de còmics Antonio Altarriba i de la periodista especialista en el món àrab Teresa Aranguren. Tot combinat amb fragments d’entrevistes a l’autor emmarcades en el context de la història de Palestina i la seva vida a l’èxode, des del camp de refugiats d’Ain al-Hilweh, fins a l’exili de Londres, passant per Kuwait i Beirut.

Camp de refugiats de Xatila, As-Safir, Líban, 23 setembre de 1982.

Sóc Handala i prometo mantenir-me fidel a la causa

Handala és una icona de la resistència palestina. Un nen de deu anys que va néixer de la mà de Naji al-Ali al camp de refugiats on el dibuixant va viure quan ell i la seva família van ser expulsats de casa seva a Galilea. Ell també tenia deu anys quan les tropes de la Haganà, la principal milícia sionista i embrió del futur exèrcit israelià, van atacar la seva vila d’Ash-Shayara. Era l’1 de maig de 1948, ara fa setanta-tres anys. Tots els habitants van ser expulsats, dinamitaren les cases i aplanaren el terreny amb piconadores. Neteja ètnica. Ash-Shayara ja no figura en el mapa d’Israel.

El nen Naji va ser un més entre les immenses columnes de gent que emprenien el camí de l’èxode carregats amb les poques pertinences que havien pogut salvar dels atacs i la destrossa israeliana. Va créixer al camp d’Ain al-Hilweh, al Líban. Allà es va fer un home i un militant de la causa palestina. Aviat el van empresonar. El seu primer acte de resistència fou convertir les parets de la seva cel·la en un quadern de dibuix: “Vaig començar a dibuixar a les parets el que recordava del meu país i el que veia atrapat en els ulls de la gent… Les parets convertides en teles. Trossos de carbó feien de brotxes i pinzells.”

I així, un dia, va néixer el nen Handala, el nen que ell era, o el que havia deixat de ser quan els israelians van arrasar el seu poble i els van fer fora. Les primeres paraules del seu alter ego dibuixat van ser: “Sóc Handala, del campament d’Ain al-Hilweh, i prometo solemnement mantenir-me fidel a la causa.”

Nayi al-Ali, fotografia d’Saleh Abbas, 1969.

En una entrevista al diari Al-Muwayaha, Naji al-Ali explicava els seus orígens. En tradueixo un fragment llarg pel valor i el significat que té avui: “Sóc del campament d’Ain al-Hilweh, un campament com qualsevol altre. Els fills dels campaments són fills de la terra de Palestina. No eren comerciants ni propietaris: eren agricultors que, quan van perdre la terra, van perdre la vida i se’n van anar als campaments. La gran burgesia no va venir a instal·lar-s’hi. Els fills dels campaments són els que s’hi han exposat a la mort i a tota mena d’humiliacions i situacions d’opressió. Hi ha famílies senceres que han caigut màrtirs en els nostres campaments, i aquests palestins són els que m’importen, fins i tot quan sóc lluny dels campaments per la feina.”

Al principi, Handala parlava, però, amb el temps, a mesura que les atrocitats contra el seu poble augmentaven i el món girava la cara per no veure-les, Handala també es va girar d’esquena al món. Amb aquesta actitud ha esdevingut el gran símbol de la resistència palestina. “Handala va néixer amb deu anys i sempre tindrà deu anys. És l’edat que jo tenia quan vaig deixar el meu país, Handala només creixerà quan torni a Palestina”, deia el dibuixant. “Al principi era un nen palestí, però la seva consciència es va desenvolupar per tenir un horitzó nacional i després global i humà. És un nen simple però dur, i per això la gent el va adoptar sentint que representava la seva consciència.”

Un dia, l’escriptor palestí Ghassan Kanafani, que més tard va cofundar el Front Popular per l’Alliberament de Palestina (FPAP), va visitar el campament per participar en unes jornades de debat. Ell també havia estat expulsat de Palestina essent un nen, vivia a Beirut i dirigia la revista Al-Hurriya (La Llibertat). Els dibuixos de Naji al-Ali el van captivar i decidí de publicar-ne uns quants a la revista. Eren anys d’efervescència política, es començava a pensar a “recuperar Palestina”. La consciència col·lectiva despertava amb una nova generació, la d’al-Ali, que, pels seus dibuixos i activisme, aviat va ser processat i va passar unes quantes vegades per les presons libaneses.

As-Safir, Líban, 14 juliol de 1980.

L’assassinat de l’escriptor Ghassan Kanafani

El 1963, Naji al-Ali va emigrar a Kuwait i va passar a publicar al setmanari Al-Talia. La seva fama i la d’Handala es van anar estenent per tot el món àrab, en consonància amb els problemes judicials i policials de l’autor, que ja s’hi anava acostumant. Va tornar a Beirut l’any 1974, dos anys després de l’assassinat del seu amic i mentor Ghassan Kanafani a trenta-sis anys. Un escamot del Mossad el va matar amb un cotxe bomba, amb la seva neboda Lamis de disset anys, davant de casa seva a Beirut, el 8 de juliol de 1972.

El 1975, va esclatar la guerra civil libanesa, que durà quinze anys. La resistència armada palestina va ser un factor molt important. L’exèrcit israelià envaí el Líban el 1978 i el 1982. El campament on vivia la família de Naji al-Ali era un dels més combatius. Van oferir una resistència tan titànica que els caps militars israelians no es va atrevir a entrar-hi per terra. Tant els feia. Els van atacar per l’aire, bombardant massivament els estrets carrerons del campament.

Després de dos mesos de durs enfrontaments a tot el país, es va signar un acord de pau, sota els auspicis de Ronald Reagan, i milers de guerrillers de l’Organització per a l’Alliberament de Palestina (OAP) van abandonar el Líban.

Dues setmanes després, les Falanges Libaneses van arrasar els campaments de Sabra i Xatila, a Beirut, on van massacrar entre vuit-centes persones i tres mil cinc-centes. Tenien ordres de netejar de terroristes els campaments. L’exèrcit israelià va ser indirectament responsable d’aquell acte qualificat de genocidi per l’ONU. Ariel Sharon era el ministre de Defensa. Es va veure obligat a dimitir, però continuà al govern com a ministre sense cartera.

As-Safir, Líban, 2 juliol de 1979.

L’èxode etern: Beirut, Kuwait, Londres

Anys a venir, les coses es van anar complicant per als palestins i els dibuixos de Naji al-Ali es tornaren més amargs i corrosius. Les seves crítiques als invasors israelians es van anar ampliant als xeics del petroli aliats de Washington, Henry Kissinger, els règims àrabs, la burgesia palestina, els polítics àrabs, els alts funcionaris de l’OAP, la divisió i el sectarisme als campaments… Al-Ali criticava la retòrica de l’arabitat buida de contingut polític i l’aliança de les oligarquies àrabs amb les potències internacionals que explotaven el petroli i, de retruc, defensaven, militarment i diplomàticament, l’ocupació israeliana de Palestina.

Mentrestant, el nen Handala, d’esquena, encongit d’espatlles, s’ho continuava mirant impertèrrit i tirant en cara al món el seu obscè silenci.

Naji al-Ali era un activista, no va ser mai un home de partit, tot i la seva simpatia pel Front Popular d’Alliberament de Palestina del metge George Habash, marxista i panarabista. El FPAP, junt amb Al-Fatah, són les principals organitzacions de l’OAP. Amb la invasió del Líban, a Naji al-Ali la vida se li va fer més complicada i perillosa. S’exilià novament a Kuwait, d’on va ser expulsat el 1985 i va acabar instal·lant-se, finalment, a Londres. En tots aquests anys, no va deixar mai de publicar, i va esdevenir una veu de la consciència crítica palestina internacional. Tenia seguidors i enemics per tot arreu. El seu delicte era expressar-se lliurement, criticar i dibuixar. La seva arma era el llapis.

As-Safir, Líban, 2 abril de 1982.

El 22 de juliol de 1987, a la porta del diari Al-Qabas International on treballava, un home se li va acostar per l’esquena i li disparà al cap. Naji al-Ali morí en un hospital de Londres després de quatre setmanes en coma. Tenia cinquanta-un anys. Va ser enterrat al cementiri de Brookwood, a Surrey. Ningú no va reivindicar mai l’atemptat. No es va identificar mai l’assassí.

“No tinc cap més alternativa que morir o deixar de dibuixar, que també és morir”, havia dit Naji al-Ali.

Mesos després, el desembre de 1987, els joves de Gaza van començar la Intifada de les pedres contra els militars israelians. El petit Handala va ser un dels símbols d’aquella revolta. És com si Handala hagués estat assenyalant durant anys el camí als nens de les pedres. Com si Handala no hagués pogut més i s’hagués revoltat, atacant l’enemic amb l’única cosa que tenia al seu abast: les pedres. Els joves palestins el dibuixaven als murs, el duien a les samarretes, als clauers. Handala, sempre d’esquena, encongit, callat, pensatiu, va ser un testimoni excepcional de la Intifada i de tot el que ha succeït després al poble palestí. El seu autor, Naji al-Ali, ja no era viu per a veure-ho. El món continuava, i continua, mirant cap a una altra banda.

Coberta del llibre.
Artículo completo en VilaWeb

miércoles, 24 de marzo de 2021

 

 

 

La fragilidad blanca es una idea verdaderamente transformadora; es un concepto indispensable que nos invita a analizar detenidamente la blanquitud tal como la entienden los blancos y sus reacciones defensivas cuando les exigimos responsabilidades por una blanquitud que ha pasado de puntillas por el tema de la raza durante demasiado tiempo. DiAngelo es sabia y fulminante en su implacable ataque contra lo que Langston Hughes llamó «las maneras de los blancos». Pero es clarividente y nada sentimental cuando desenreda los entreverados hilos del destino social y la prescripción política que atan la identidad blanca a la neutralidad moral y la universalidad cultural.
DiAngelo cuestiona valientemente la fusión de la blanquitud con la identidad nacional. Una autoridad como Beyoncé Knowles, nada menos, constató recientemente: «Se ha dicho que el racismo es tan americano que cuando nos quejamos de él algunos dan por hecho que nos quejamos de América». DiAngelo demuestra que Beyoncé está en lo cierto, que el trasvase de identidad blanca a identidad estadounidense —de convicciones racistas a convicciones nacionales— debe encararse de frente, insistiendo a pleno pulmón en que ser estadounidense no significa lo mismo que ser blanco, al menos no exclusivamente, ni siquiera principalmente. (Michael Eric Dyson)

Mireia Sentís conversa con Jordi Bartomeus en betevé sobre Fragilidad blanca. ¿Por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo?



 Le Monde Diplomatique se hace eco de la Publicación de Fragilidad blanca:

Fragilidad blanca

por Manuel S. Jardí, abril de 2021

Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, como advierte la autora en su introducción, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. “La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965”. El fallo del sistema actual es la reproducción de la desigualdad racial. “Nuestras instituciones han sido diseñadas para reproducir la desigualdad racial y lo hacen con eficacia. Nuestros centros escolares son especialmente eficaces en esta tarea”. Acaso la forma más perniciosa de presión sobre las personas de color, subraya, sea confabularse con la fragilidad blanca minimizando sus experiencias raciales para acomodarlas a la denegación y el recelo blancos. “En otras palabras, no comparten su dolor con nosotros porque no podemos soportarlo”. La fragilidad blanca, pues, ha funcionado para impedir que las personas de color desafiaran el racismo a cambio de evitar la cólera blanca. “Pero si no desafiamos a las personas blancas por su racismo estaremos manteniendo el orden racial y la posición de los blancos en el mismo”. El libro de DiAngelo es útil para quien quiera comprender cómo se desarrolla la fragilidad blanca, cómo protege la desigualdad y qué se puede hacer para que el diálogo sobre el racismo se convierta en algo fructífero en vez de un camino sin salida.

Artículo completo en Le Monde diplomatique en español

 

"FRAGILIDAD BLANCA: POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL PARA LOS BLANCOS HABLAR DE RACISMO"

 

El incisivo libro de la autora estadounidense Robin DiAngelo, que impactó en la conciencia norteamericana a raíz del asesinato de George Floyd a manos de la policía de Mineápolis, será la próxima novedad de la colección BAAM (Biblioteca Afro Americana Madrid).

Como afirma la autora:

Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965. El término política identitaria se centra en las barreras contra las que ciertos grupos específicos chocan en su lucha por la igualdad. Todavía no hemos alcanzado nuestro principio fundacional, pero cualquier logro conseguido hasta la fecha ha sido gracias a la política identitaria.
Las identidades de quienes se han sentado a las mesas del poder en este país son de una similitud notable: blancos, hombres, de clase media y alta, sin discapacidades. Puede que reconocer esta certeza se descarte como corrección política, pero sigue siendo una certeza. Las decisiones que se toman en esas mesas repercuten en la vida de quienes no están sentados a ellas. La exclusión de quienes están sentados a la mesa no obedece a una intención deliberada; no es necesario tener la intención de excluir para que nuestras acciones propicien la exclusión. Si bien la violencia implícita siempre está latente, porque todos los seres humanos tenemos prejuicios, la desigualdad puede darse sencillamente a través de la homogeneidad; si yo no soy consciente de las barreras contras las que tú chocas, no las veré, y menos aún podré sentirme motivada para eliminarlas. Del mismo modo, tampoco me sentiré motivada para eliminar determinadas barreras si estas me proporcionan alguna ventaja a la que creo tener derecho.

martes, 23 de marzo de 2021

Isaías Barreñada y Teresa Aranguren presentan "Palestina. Arte y Resistencia en Nayi Al-Ali"

 El pasado 20 de marzo de 2021 la periodista Teresa Aranguren y el profesor Isaías Barreñada presentaron la recopilación de viñetas del gran dibujante palestino Nayi Al-Ali en el hermoso patio de la Biblioteca Iván de Vargas de Madrid.

La TV palestina se hizo eco del evento:


 

jueves, 31 de diciembre de 2020

EN EL 90 CUMPLEAÑOSDE ADONIS

En vísperas del nuevo año, queremos compartir con nuestros amigos y lectores la preciosa felicitación que más de un centenar de poetas, escritores, traductores y personalidades del mundo de la cultura han enviado a Adonis.

 

 

Adonis, flanqueado por su editora, la poeta y académica Clara Janés, y el profesor Federico Arbós, traductor de El Libro (II), durante el homenaje que le tributó Casa Árabe de Madrid en 2019.